Hola de nuevo. Ya traté en un artículo anterior el tema del punto de vista del narrador. Lo hice de manera superficial y quisiera profundizar un poco. Sobre todo porque es muy importante para todo aquel que quiera introducirse de lleno en el arte de la narrativa. No estará de más repetir un par de ideas básicas:
- El autor no es el narrador. De hecho no tiene nada que ver. El autor crea una obra de ficción con una trama, unos personajes, unos acontecimientos, etc. El narrador, el que cuenta la historia, lo podríamos asimilar a un personaje más. Es otro elemento del conjunto al que denominamos «obra de ficción», ni más ni menos.
- Lo más importante que hace un autor antes de ponerse a escribir es elegir con todo cuidado ese elemento de ficción que es el narrador, y especialmente lo que conocemos como «punto de vista del narrador».
Punto de vista del narrador: primer ejemplo
Como todo se ve mucho mejor con ejemplos que con farragosa teoría, voy a poner unos cuantos, al menos dos. Imaginad que elegís como punto de vista del narrador el vuestro propio. De hecho, muchos autores principiantes lo hacen así, aunque sea de forma inconsciente. ¿Cuál será el resultado previsible? Desde luego no será una historia de ficción, que es lo que espera el lector de narrativa. Será una especie de digresión constante de la vida, pensamientos, sentimientos, valores, etc., del propio autor. Digamos que será una «hemorragia narcisista«, por emplear un término gráfico.
Como podéis imaginar con facilidad, esto no tiene que ver con una obra de ficción, sino con la propia vida del autor, que quiere reflejar al máximo su punto de vista personal sobre todo lo divino y humano. Esto es lo más corriente en todo autor principiante… y es lo primero que ve un lector especializado (de una editorial, por ejemplo). Un lector formado tiene la viva impresión de que el autor no ha elaborado una obra con la suficiente distancia sobre sí mismo para considerarse una obra de ficción y no un mero anecdotario de la propia vida. Tanto es así que la mayoría de manuscritos no pasan este primer filtro. Y no creáis que los lectores profesionales se leen todo el manuscrito. En la mayoría de ocasiones les basta leer unas pocas páginas, muy pocas.
Punto de vista del narrador: segundo ejemplo
Imaginemos ahora otra posibilidad, también típica en autores noveles. Se elige a un personaje y el autor lo sigue. Bien, correcto. Diríamos que el punto de vista del narrador corresponde a ese personaje (aunque esté escrito en tercera persona, no importa). Pero ay, cuando estamos metidos de lleno en esa historia, como por arte de magia, surge de pronto otro narrador en primera persona. Por supuesto este segundo narrador habla por boca del autor. Y el procedimiento lo sigue el autor durante toda la novela. Esta técnica es sumamente errónea y lo lógico sería que el lector abandonase de inmediato la lectura. La ficción no es creíble.
Cosa distinta es que el autor elija un punto de vista del narrador diferente para cada personaje y vaya alternando las voces narrativas por capítulos, partes, etc. Esto es plenamente correcto (si está bien hecho) y se practica frecuentemente hoy día.
Punto de vista del narrador: tercer ejemplo
No sé si estoy transmitiendo bien la idea esencial. En este tercer ejemplo lo veremos más claro. Supongamos que quieres escribir tu primera novela. ¿Por dónde empezar? No se trata solo de imaginar unos personajes, crear una trama y comenzar a escribir «a lo que salga». Aunque parezca increíble, es así como lo hace el noventa y tantos por ciento de los que comienzan una novela.
Lo correcto es empezar desde cero. Hay que preguntarse quién va a contar la historia. Es decir, en pocas palabras, el tema de nuestro narrador. Recordad que es un elemento de ficción más. Hay que distanciarse de él tanto como de los personajes. Imaginemos que queremos escribir una historia de misterio, con un detective, por ejemplo. Supongamos que decidimos que sea nuestro detective el narrador principal. Es decir, decidimos que el punto de vista del narrador sea el de ese detective, el personaje que previamente hemos ideado y dotado de ciertas características. Esta simple elección tiene algunas consecuencias importantes.
La primera es que tendrás que escribir en primera persona, «como si» la historia la contara el propio detective. La segunda consecuencia importante es qué puede saber o conocer el detective. ¿Más o menos que otros personajes? ¿Más o menos que el lector? Evidentemente, en este caso, más que el lector. Sin embargo, ¿qué parte de la información que tiene el narrador le vamos a ocultar al lector? Bueno, son decisiones que hay que tomar, antes o después. Lo más aconsejable es que lo hagamos antes de iniciar el redactado de la obra.
Conclusiones
Quizás la conclusión más importante que podemos sacar sobre el tema del punto de vista del narrador es que tenemos que tomar esta importante decisión antes de escribir una sola línea. Porque el riesgo que corremos si no lo hacemos así es el de volver sobre nuestras huellas para borrarlas (aprovechando el doble sentido sobre una historia de detectives). Si emborronamos muchas cuartillas y nos damos cuenta que hemos equivocado el tiro tendremos que comenzar de nuevo. Y eso suele ser bastante ingrato.
Espero haber aclarado un poco más el tema del punto de vista del narrador, aunque un artículo no siempre deja profundizar demasiado más por el poco espacio disponible. Pero hay tiempo para escribir más artículos. Siempre hay tiempo.
Si te ha gustado el tema del punto de vista del narrador y su tratamiento en este artículo no dudes en comentarlo más abajo o en compartirlo en tus redes sociales favoritas. Muchas gracias.
Buenas tardes, José:
La novela que estoy escribiendo, por ejemplo, se desarrolla entre dos espacios temporales bien diferenciados, es decir, el protagonista se reencarna. De hecho, la trama empieza en la segunda mitad del siglo XIX, en época de Guerra Civil estadounidense (Capítulo I). Muere combatiendo en ese contexto pero se reencarna tras dos siglos en el médico que pidió en sus últimos momentos, ya en nuestros tiempos (resto de capítulos).
En este sentido, me valgo del punto de vista de un narrador omnisciente para cada época (pre-reencarnación y post-reencarnación). Para darle más vida a la historia, utilizo el punto de vista de los propios personajes de modo que sean ellos mismos los que cuenten sus experiencias vitales y opinen tanto de sí mismos como de los demás «compañeros de reparto».
Sin embargo, a veces es complicado guardar las distancias respecto a tus personajes ya que (por lo menos en mi caso) habrá que meterse un poco en la piel de cada uno, modificar la propia forma de pensar para dejar que sean los personajes los que piensen por uno… Deshacerse de la propia identidad para asumir la de los personajes. ¿Es por tanto un modo de conferir mayor credibilidad al punto de vista del narrador? Y más aún, ¿podría ser una buena forma de distanciar al autor respecto a sus personajes?
Gracias. Gran artículo.
Un cordial saludo
Hola, Anastasia…
Por lo que me dices hay varios narradores en tu novela (te deseo el mayor de los éxitos). Lo complicado a la hora de utilizar un número elevado de narradores (que puede hacerse, desde luego) es lograr que el conjunto tenga una apariencia de «totalidad», es decir… que el lector tenga la impresión de que esos distintos narradores no perturban la armonía del conjunto.
En narrativa, el concepto de armonía es muy importante. He llegado a corregir textos de autores noveles en los que los narradores cambiaban en cada capítulo, a veces incluso de un párrafo a otro. Esto puede ser muy confuso para el lector, e incluso este puede sacar la impresión de que la historia entra en fallida, al no resultar creíble. En cambio, una historia bien narrada (por fantástica que sea) resulta creíble para cualquier lector avezado (siempre desde el interior de la narración).
No olvidemos nunca que el narrador o narradores son otras tantas ficciones del autor y este tiene que lograr que el conjunto sea armónico, es decir, que todas las ficciones (incluidos cada uno de los personajes) estén bien engrasadas, con el objeto de que tenga una sensación de continuidad y totalidad.
El narrador es, sin duda, una de las claves técnicas más importantes de la narrativa. Como anécdota, el gran escritor William Faulkner cambió de narrador hasta siete veces en los borradores que hizo de «El ruido y la furia», hasta encontrar el que le satisfacía por completo. Y solo era «un narrador». Imagina el problema cuando se quiere utilizar a varios.
Espero que estos apuntes te sirvan de pequeña orientación.
Un saludo muy cordial
Muy buenas de nuevo, José:
Muchas gracias por la consejos. Los tendré en cuenta a la hora de seguir el hilo argumental.
De hecho, trato de que las voces narrativas se estén refiriendo constantemente al protagonista de la historia que es el núcleo (directa o indirectamente) y, las más veces, o bien son soliloquios que permiten acercar la emocionalidad del o los personajes en cuestión al lector o son meras anécdotas contadas en estilo indirecto «por boca» de un personaje cercano al prota con objeto de que nos de su punto de vista respecto a aquel. Generaría un debate entre lector y personajes. Pero siempre en relación con el personaje principal y qué mejor engranaje que las relaciones de amistad, familiares, colegas de trabajo, etc. con el protagonista. Y lo más valioso si cabe: relaciones amorosas…
No obstante, tampoco descarto que me suceda como al bueno de William Faulkner. Nunca diré nunca, aunque ya de por sí sea una paradoja.
Retiro mis agradecimientos.
Un cordial saludo.
Increíble página que reúne una amalgama de consejos y bases fundamentales para una óptima escritura.
¡Gracias de corazón!
Hola, Pablo…
Muchas gracias por tu apreciación.
Un saludo muy cordial
Un ejemplo de narrador poliédrico, con punto de vista diferente para cada personaje, creo es: La señora Dalloway, de Virginia Woolf.
Hola…
Efectivamente, así es.
Saludos