Personajes principales y creatividad

Después de leer innumerables novelas me doy cuenta de algo a primera vista tal vez no demasiado visible. Y es que los personajes principales memorables acaban, por definición, en un rincón de tu memoria, mientras que si no hay nada de eso, si ni siquiera recuerdas —o solo muy vagamente— al personaje principal, al héroe o heroína de la novela que leíste hace un tiempo, es que la huella dejada ha sido muy endeble. Lo mismo puede decirse respecto al cine, ¿quién no recuerda los personajes principales de algunas películas?

La pregunta que hoy me ha asaltado es… ¿cómo ser creativos para lograr personajes creíbles y ricos en matices, o sencillamente tramas interesantes a través de los mismos? La primera respuesta que se me viene a la cabeza es que es necesario, sobre todo en novelas de una cierta extensión, hacer una ficha extensísima de algunos personajes, por lo menos de los personajes principales, sobre todo, para tener los suficientes argumentos para hacer progresar la acción de aquella trama que nos inventemos.

Personajes principales

¿Cómo poner cara y ojos a los personajes principales?

Ya lo he dicho, mediante fichas físicas o digitales, no importa… siempre que podamos consultarlas de la forma más cómoda y eficaz posible. ¿Qué hace la policía para poner cara y ojos a sus sospechosos, personajes principales de sus pesquisas? Imaginad un gran tablero donde puedan colocarse sucesivamente los principales hechos y circunstancias que afectan a un caso policial. La labor del investigador será ir juntando poco a poco todo ese material sensible para lograr un resultado positivo, una pista, una identificación, un informe, lo que sea…

En nuestro caso es más fácil todavía, puesto que jugamos con cierta ventaja. Nuestros personajes principales los podemos diseñar a voluntad, aunque necesitaremos de cierta creatividad para hacerlo. Comencemos por la ficha, pues… no la policial, sino la literaria: nombre, edad, sexo, estado civil, domicilio, ciudad, país, altura y peso, color de los ojos, de la piel o del cabello, apariencia corporal, facciones de la cara, estructura ósea, manos, piernas, pies, brazos, hombros, cuello… formas de los labios y las cejas, uñas, zapatos, forma de vestir, adornos, complementos, la mirada, la sonrisa, los gestos, los tics involuntarios, las manías, los movimientos, la forma de caminar o de girar la cabeza, pero también las aficiones, los viajes, la vida social y familiar, el estatus social, la clase social, las relaciones sociales, familiares, mundanas, la profesión, los entretenimientos, las aptitudes, el temperamento, los complejos, los deseos, las ambiciones, las creencias políticas o religiosas, los valores personales, las frases peculiares, los lugares favoritos, los objetos usuales, además de los sentimientos, las pasiones, la infancia perdida, la fantasía, el idealismo o el materialismo de fondo… ¿hace falta seguir para caracterizar debidamente a nuestros personajes principales?

¿Cómo relacionamos a los personajes principales con los demás?

Si tenemos fichas bien documentadas, no solo con las características mencionadas en el párrafo anterior sino con muchas otras que podamos imaginar, sobre todo con factores de comportamiento y personalidad, y sabiendo todo lo que sabemos respecto a cada uno de los personajes principales, e incluso de los secundarios, no debe ser muy difícil la relación entre unos y otros.

Imaginemos por un momento que uno de nuestros personajes es un joven y atractivo varón, de buen talante, sociable, aunque de escasa posición social y hay otro varón, más maduro, con visibles entradas en su cabello, no demasiado sociable pero muy inteligente y con una gran posición social. Y entre ambos colocamos a una mujer de una edad indeterminada (es un asunto delicado, no quiero meterme), pero que bien podría estar entre las edades de ambos hombres. No creo que sea muy difícil imaginar un conflicto latente y a punto de estallar. Claro que lo tenemos que poner negro sobre blanco.

Por supuesto, necesitaremos más personajes, este artículo simplemente es para ir desarrollando aquel que escribí hace tiempo sobre la escritura creativa. Y para que nos demos cuenta del juego que pueden proporcionarnos unas fichas bien documentadas sobre nuestros personajes principales, y si es posible también sobre los secundarios e incidentales. Del simple contraste de las características apuntadas en nuestras fichas pueden acudir ideas a nuestra mente como las moscas al panel de miel.

Es más, un ejercicio fácil, creativo y muy fértil es el de elaborar esas fichas antes de pergeñar la trama… e idear esta a través de la sola ayuda de nuestros útiles instrumentos, de esas detalladas listas elaboradas con ingenio. Imaginemos que lo hacemos con tan solo tres personajes principales y otros tres secundarios.. A partir de ahí solo hay que ejercer la combinatoria, como hacen los músicos con las notas, podemos generar ruido, una agradable melodía o incluso una sinfonía majestuosa. Todo depende de nosotros… y de nuestra imaginación, claro.

Foto de Kino, en Flickr

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3 Comments

  1. Nachobermudez 28 marzo, 2016 Reply
  2. Ricardo Tirigall 3 octubre, 2016 Reply
    • Jose Pimat 4 octubre, 2016 Reply

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