En el artículo sobre palabras ambiguas ya traté un tema parecido, e hice alusión a la polisemia del lenguaje en general. Pero en este quiero profundizar sobre las palabras polisémicas y su relación con la literatura, con la escritura… y cómo el concepto afecta al propio término de «literatura».
Es una cuestión semántica, con otros artículos de referencia en este blog, como los relativos al significado de las palabras, los tipos de sinonimia o al sentido figurado, pero como ya he insinuado, me centraré en las palabras polisémicas en el contexto literario. ¿De qué modo ayudan las palabras polisémicas a estructurar nuestro lenguaje —y por tanto, nuestro pensamiento— y más en particular nuestra escritura?. Esa es la pregunta pertinente, en este caso.
Comencemos por aclarar el término polisemia; tanto puede referirse a una pluralidad de significados de una palabra (poli + semia), cuanto a la pluralidad de significados de un mensaje en general (sea cual sea el tipo de mensaje). Véase el siguiente artículo en la Wikipedia, que es bastante ilustrativo.
Como vemos en la imagen, la palabra «banco» puede hacer referencia a un objeto del mobiliario urbano, que sirve para sentarse, como a una entidad de crédito o financiera; así mismo, puede hacer mención, también, a un banco de peces o a un banco de sangre, a un banco de arena o a un banco de datos. Esta es la cualidad inherente a las palabras polisémicas, el designar o describir significados completamente diferentes con los mismos signos lingüísticos (es decir, los «significantes», como lo opuesto a los «significados»).
Palabras polisémicas y literatura
Sin embargo, como veremos a continuación, las palabras polisémicas adquieren un significado único cuando el contexto está claro en las frases o expresiones… y por tanto desaparece la ambigüedad que podría hacer dudar al lector o al oyente.
Ejemplos:
- La sierra en otoño adquiere un tono rojizo.
- Ayer me comí una tarta de mango.
- Escribí con la pluma que me regaló mi hijo.
No parece, a primera vista, que nadie vaya a interpretar, al leer estas frases, que la sierra (instrumento para cortar madera, hierro, etc.) se vaya a volver rojiza en otoño (aunque aquí cabría la ambigüedad con el fenómeno de la oxidación). En cambio, es difícil comerse una tarta de un mango de bicicleta, o que alguien vaya a escribir hoy día con una pluma de ave. Además, el sentido ambiguo desaparece totalmente cuando las palabras polisémicas son usadas en un texto más largo que una frase o en un diálogo un poco extenso.
Veamos ahora la polisemia ligada al propio término «literatura». El vocablo aparece entre los siglos XII y XIV en Europa, aunque ya había sido usado por Quintiliano. Y por supuesto, hay innumerables interpretaciones de «literatura», aparte del significado literal de «saber de/acerca de las letras». Para unos, la literatura es el uso del lenguaje con una finalidad estética. Sin embargo, para otros autores, literatura ha significado una ciencia de la cultura en general, el arte específico de escribir, la capacidad oral para transmitir historias, una tradición cultural distinta de la popular, etc.
Por lo que se refiere a las palabras polisémicas en literatura, no hace falta más que pensar en la poesía, donde los autores realizan todo tipo de transformaciones, que hacen que el lector tenga que prestar una atención especial para captar los significados que ha querido transmitir el poeta, propósito que no siempre consigue.
Si a lo dicho anteriormente, le añadimos que el término «literatura» actualmente se usa para todo tipo de textos, sean libros de cocina, filosofía o informes académicos, nos daremos cuenta en seguida de la enorme variedad de significados del vocablo. Ahora bien, si nos referimos a la literatura stricto sensu, la confusión no es menor y el anchísimo campo de las palabras polisémicas vuelve a dictar su ley, que no es otra más que la del ámbito de la libertad, donde los significados se ajustan en función de una multiplicidad de factores considerable.
Y así, propuesta la literatura como un sistema de mensajes que tiene que llegar a un receptor, hay que tener en cuenta, entre otros, a los canales de transmisión (por ejemplo, un libro físico, pero también un ebook o Twitter), las diferentes funciones ejercidas (pedagógica o instructiva, de evasión, catártica, gratificadora, de identificación con el propio grupo, terapéutica, consultiva, simbólica, etc.), el compromiso del emisor respecto al receptor, etc… nos apercibiremos enseguida del enorme campo que incluso respecto al concepto mismo de literatura representan las palabras polisémicas y el concepto de polisemia. No hace falta más que pensar en los mensajes publicitarios y la diversidad de sus mensajes, desde la repetición mecánica de un vocablo (la marca) hasta la captación del inconsciente del receptor, a través de mecanismos precisos y ya muy conocidos en la actualidad.
Para terminar este artículo nada mejor que constatar la variabilidad con la que las obras de la literatura tradicional llegan al lector actual a través de variantes polisémicas que no dejan de asombrarnos. Por ejemplo, Cervantes nunca tuvo intención alguna de asociar su Quijote con un mensaje de rebeldía y libertad. Sin embargo, los lectores de siglos posteriores lo han hecho, ligando esa independencia y locura idealista del personaje con los conceptos expresados anteriormente, de tal manera que, en la actualidad y en diversas partes del mundo, un «quijote» es una persona idealista y amante de la libertad. Por eso, las obras literarias son juzgadas en términos de variabilidad semántica: lo que antes era una mera observación o una descripción, ahora es considerado en unos términos simbólicos completamente diferentes. Lo mismo ocurre en todas las artes y actividades humanas, ¿o acaso los constructores de pirámides las hacían como «obras de arte»? Y no digamos ya si hablamos de los pintores prehistóricos.
Como ejercicio final estimulador, os animo a distinguir los significados distintos de las siguientes palabras polisémicas: cubo, cura, corriente, órgano, planta, radio, mono, gato, entrada, frente.
Espero que os haya gustado este artículo sobre las palabras polisémicas y la literatura. De ser así, os agradecería comentarios más abajo o también que lo compartáis en las redes sociales: conocimiento sin fronteras. Muchas gracias.
Supongo que no se puede hablar de polisemia en caso de que una palabra se oíga igual con ortografias distintas. Hay un ejemplo muy claro en francès: saut=salto, sot=bobo, sceau=sello, seau=cubo y se pronuncian exactamente igual. Eso ¿Cómo se llama?
Efectivamente, Marie-Laure, ese no es un caso de polisemia. Hay un listado, en el sitio, de palabras homófonas (suenan igual) y otro de palabras homógrafas (se escriben igual). Las que citas en francés serían palabras homófonas.
Un saludo muy cordial
Hola José. Mi saludo. Interesantes y generosas contribuciones a la comprensión de nuestra lengua. Leonardo
Muy claro y preciso sobre la información de la polisemia en relación a la Literatura. Gracias.
Hola, Georgina…
Gracias a ti por pasarte por este sitio web.
Un saludo muy cordial