Lectores y escritores: una relación complicada

Hoy es el Día Internacional del Libro, por lo menos aquí en España, desde donde escribo, y ayer me asaltó una duda «existencial». ¿Existe algo así como un «lector objetivo»? Presupongo, tal como he comenzado, que voy a utilizar muchas comillas en este texto, tal vez demasiadas, pero el tema lo comporta. Lectores y escritores, ¿pueden alguna vez «encontrarse»?

Es obvio que la literatura, en el último siglo y pico, se ha especializado mucho. Desde Cervantes a Borges, siempre se ha escrito para un público general, para un lector «ideal»… que ya no existe. De la misma forma que se han especializado los escritores, lo han hecho los lectores por unos géneros u otros, por unos autores u otros. Lectores y escritores ya no están destinados a encontrarse, dicho así en general. La «divergencia» es cada vez mayor, e intentaré explicar las causas.

Lectores y escritores

Lectores y escritores y las relaciones de nicho

El caso no es actual; ya en el siglo XIX, cuando la novela se asienta definitivamente como el género literario favorito al menos de la gran masa, asistimos al comienzo del fenómeno. Lectores y escritores comienzan a marchar por vías divergentes. Hay muchos ejemplos, comenzando por la novela gótica, siguiendo por la novela policial y terminando en la novela negra de los «negros» años 30 americanos. Pero también aparecen, por entonces, la novela de aventuras y la novela juvenil, la novela de ciencia ficción —a partir de Julio Verne—, la novela romántica (que no hay que confundir nunca con los autores del «Romanticismo», corriente literaria), la novela de humor, la de terror (con antecedentes, por ejemplo, en Allan Poe, la novela histórica, con Walter Scott, etc., etc., etc.

Lectores y escritores comienzan una relación «apasionada» («romántica», en ese sentido), y a escritores como Salgari, por poner un ejemplo claro, lo siguen —en esa época y después— millones de adolescentes ávidos de aventuras. Con Julio Verne pasa tres cuartos de lo mismo, o con Allan Poe, o con Conan Doyle. Los lectores, pues, empiezan a convertirse en fans apasionados (ya sin comillas) de sus escritores favoritos. El panorama en la actualidad es todavía más «desolador»: un lector de hoy día ya no se interesa por cualquier tipo de lectura y menos por cualquier tipo de novela. Yo creo que eso murió definitivamente hacia los años 70 del pasado siglo. Los lectores y escritores comienzan a formar «nichos de mercado» (a mí la expresión siempre me ha parecido un poco necrológica). Así, para poner otro ejemplo muy concreto y conocido, los lectores de Stephen King son —sobre todo— lectores de novelas de terror y —más específicamente— lectores de ese autor.

Hace unos años todavía era posible encontrar a gente que se preguntaba mutuamente: ¿prefieres a Tolstoi o a Dostoievski? Esa pregunta, hoy por hoy, prácticamente está reservada a círculos estrictamente literarios. Lo normal, por el contrario, son preguntas del tipo: ¿prefieres la romántica o la histórica?, ¿eres fan de la ciencia ficción o de la fantástica pura?, etc. Para mí, como lector de siempre de todo tipo de lecturas y de géneros, esto me parece una aberración. Pero la realidad es la que es, ya lo dijo el filósofo, y por mucho que yo quiera no se va a avenir a ser de otro modo, no va a cumplir mis expectativas o deseos, que lógicamente son algo personal y único, pero irrelevante percibido desde un punto de vista global.

Y por supuesto, con los géneros siempre va a suceder el fenómeno viral de las modas. ¿Está de moda la novela histórica? Todo el mundo a leer novela histórica, y así podríamos seguir con otros géneros. La moda es como un virus, va invadiendo el tejido social hasta hacerlo indistinguible, lo convierte en una masa amorfa, uniforme… y cuidado, porque estoy hablando de los lectores con mentes más abiertas, puesto que los fans, en su sentido literal de «fanáticos», no van a leer otra cosa que su género favorito o a su autor favorito. En principio, no hay nada de malo en ello, ejercer la libertad no es intrínsecamente positivo o negativo, es así, simplemente… pero el riesgo está en la uniformización, la homogeneidad de los gustos, la dictadura de las modas. Que te encuentres con un lector… y que no puedas hablar de libros en general, no es muy estimulante.

En definitiva, amigos, lectores y escritores están destinados a encontrarse, siempre fue asi, pero ya no necesariamente en el mismo «nicho conyugal». Y ya no hablo de los intereses comerciales de cualquier tipo, porque sería entrar en un terreno más pantanoso, más propio de un ensayo sobre el mundo editorial, las nuevas tecnologías de la comunicación, los intermediarios mediáticos, etc. En fin, lo que tengo claro, personalmente, desde que comenzó a invadirme la pulsión escritora, es que escribiré siempre para un público universal… ¡aunque no exista objetivamente!. ¿Tú qué piensas, querido lector?

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2 Comments

  1. Fran Montaraz 23 abril, 2015 Reply
    • Jose Pimat 24 abril, 2015 Reply

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