Cuando un escritor se dispone a hacer una novela, cabe preguntarse qué esquema narrativo va a adoptar finalmente para llevar a cabo ese proceso. Por supuesto, en este aspecto, la variabilidad entre unos autores y otros es manifiesta, y responde a diversos factores, unos naturales y otros aleatorios.
Unos harán un esquema narrativo muy detallado y elaborado, mientras otras irán construyendo la novela a medida que vayan avanzando en ella. Se trata de los dos modelos básicos y antagónicos que suelen utilizarse, el metódico y el improvisado… que tendrá mucho que ver, en principio, con la personalidad de cada autor.
Pese a lo dicho anteriormente, si pensamos en los ingredientes de una novela como si fuera una receta de cocina, tendremos que convenir en que existen algunos elementos comunes a toda novela, sin los cuales sería impensable hablar de una historia contada. A continuación veremos los ingredientes que podrían conformar ese esquema narrativo mínimo del que vamos a hablar, y que eventualmente podría dar lugar al milagro del nacimiento del fruto anhelado.
Aunque ya hablamos de este tema en el artículo sobre el texto narrativo y sus características, hoy ampliaremos la información con más detalle.
Esquema narrativo clásico
Es el que corresponde a planteamiento -> nudo -> desenlace. Pero antes de eso, deberíamos pensar en otras cuestiones. Lo primero de todo es que en una narración debe haber un narrador, por definición. El narrador hablará en función de uno o varios personajes, entes de ficción de la narración con los cuales el lector podría o no identificarse, en cada caso según consensos culturales amplios, decantados a lo largo de generaciones, o bien por variaciones individuales, según la forma de ser y de pensar de cada lector.
Una vez creados los personajes, principales, secundarios e incidentales, tendremos que elaborar una trama, a través de un argumento previo. Los argumentos son infinitos, como las frases. Basta añadir un personaje nuevo, y tendremos otra narración que se superpondrá a la original. O cualquier otro ingrediente, no importa, siempre es posible crear algo nuevo a partir de lo ya elaborado. El problema está en ser creativo y aportar originalidad a lo hecho por otros anteriormente.
El argumento representa el qué de la narración. Es decir, de qué vamos a hablar… o mejor dicho, de qué van a hablar los personajes. Por ejemplo, si pensamos en Romeo y Julieta (que no es una novela, pero nos sirve igual para lo que queremos decir), el argumento sería la historia de amor entre los dos personajes principales.
A continuación, elaboraremos una trama, que en nuestro ejemplo sería la oposición que ejercerían dos familias rivales para que esa historia de amor no llegase a buen puerto… y los diversos incidentes ocurridos en el desarrollo de la acción.
Nuestro esquema narrativo se va a ampliar, pues, desde los personajes a la acción opositora de otros personajes, lo que llamaremos para abreviar, «el conflicto». Pero para contarlo todo debidamente, tendremos que dividir la acción en actos (que en la novela serán escenas o capítulos), lo que nos llevará a la construcción de una estructura.
La acción llevará al conflicto a su punto de máxima ignición, lo que llamaremos «clímax» del conflicto. Y por último deberemos dar una salida a ese conflicto (que puede ser uno o varios, correspondiendo a una trama o quizás a alguna subtrama dependiente de la principal). Nuestro esquema narrativo se va llenando de contenido, puesto que ya tenemos personajes, antagonistas de esos personajes que intentarán oponerse a los primeros, un conflicto que enfrentará a unos personajes con otros, un clímax de la acción y un desenlace.
Esquema narrativo y sus ingredientes naturales
Para representarlo debidamente, mencionaremos a continuación los principales ingredientes en forma de esquema narrativo de una novela normal:
Personajes: los entes de ficción que representan la narración correspondiente.
Narrador: quien pone voz a la narración, sea a través de un personaje o de varios.
Argumento: el qué de la narración, la historia básica resumida.
Trama: dentro del esquema narrativo, sería el desarrollo del argumento en escenas diversas.
Conflicto: lo que opone a los personajes y hace avanzar la narración.
Clímax: el punto máximo de conflicto desde el cual el autor debe dar una resolución del mismo.
Desenlace: resolución del conflicto en cualquier sentido.
Estructura y medios narrativos: los medios que emplea el escritor para dar una estructura a su narración son diversos y se podrían resumir en la utilización de la descripción, los diálogos, el tiempo y el espacio narrativos, la caracterización de sus personajes y las voces narrativas asociadas.
El anteriormente expuesto sería el esquema narrativo básico de cualquier novela, pero cada uno de los ingredientes principales nos llevaría a dedicarles un artículo en exclusiva, lo que haremos en sucesivos mensajes, puesto que todos ellos son importantes y decisivos a la hora de escribir una novela.
Foto recortada de Emilia Garassino en Flick
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