El título puede sonar absurdo, pero escribir como terapia es solo una consecuencia lógica del acto de escribir. ¿Por qué es así? Para los que hayan escrito alguna vez, fuera del ámbito docente por supuesto, ya conocen la respuesta: porque pone en circulación todos los recursos de nuestro cerebro para percibir, evaluar y ajustar nuestros propios pensamientos, emociones y sentimientos, porque ejerce una acción benéfica sobre nuestro autoconocimiento y porque saca a la luz fantasmas que podemos tener dentro y de los que ni siquiera somos conscientes.
Escribir como terapia para todo el mundo
Puede ser que haya personas tan extrovertidas que no necesiten nunca expresarse por escrito, porque ya lo hacen de forma oral. Pero incluso esas personas, tan volcadas hacia el mundo exterior, pueden tener etapas difíciles en su vida, y es precisamente aquí, en este punto concreto de la vida de cada cual, donde escribir como terapia improvisada y eventual, les podría sacar de más de un apuro, sin necesidad de acudir a ningún experto de la salud mental.
Nos referimos, claro está, a todas aquellas perturbaciones de la mente que no sean graves (y que por tanto requieran de ayuda experimentada y profesional). Nos estamos refiriendo a problemas de ansiedad, de estrés, de personalidad, de autoestima… a todas aquellas situaciones que puede resolver uno mismo, a través de distintas opciones que nos proporciona la vida, como pueden ser amistades, proyectos diversos, metas a las cuales aferrarse, etc.
Ventajas de la escritura terapéutica
Escribir como terapia reveladora de nuestra propia identidad tiene innumerables ventajas que sería imposible enumerar en un solo artículo. Pero vamos a intentar resumir en unos cuantos puntos importantes lo que nos puede aportar para nuestra propia estabilidad emocional y personal la escritura.
1- Fomentar nuestra creatividad
La escritura creativa es una de las formas usuales de escritura terapéutica. Lo creativo nos hace más libres, más abiertos, expande nuestra mente y nuestra percepción del mundo, así que no es extraño que el escribir creativamente sea equivalente al escribir como terapia. Escribir sin más es algo creativo y terapéutico por sí mismo, sin más aditamentos.
2- Aclarar nuestros pensamientos
Vivimos tan deprisa en la sociedad industrializada actual, que es difícil fijar nuestros propios pensamientos, ya que se nos escapan habitualmente en forma de simples opiniones o pareceres que expresamos al albur, sin ni siquiera haber reflexionado un poco más a fondo sobre las cuestiones importantes de la vida: el amor, los sentimientos de pertenencia, la necesidad de refugio y abrigo, la exigencia propia de expresarnos libremente, el imprescindible afecto a nuestra identidad personal, la madurez afectiva, el procesamiento de los problemas cotidianos, etc.
3- Canalizar nuestras emociones
Las emociones son estados fisiológicos que deben canalizarse y aposentarse como sentimientos estables y positivos. De no hacerlo así, nuestra maduración como personas corre el riesgo de quedar incompleta. Uno de los más importantes recursos para hacerlo es la escritura. Esto lo sabe cualquiera que haya llevado un diario; para un escritor es lo más normal del mundo, pero escribir como terapia emocional es algo que puede hacer cualquiera. Basta con enfrentarse a los miedos, complejos, ansiedades, problemas de la vida diaria… a través de una escritura volcada sobre nosotros mismos: no importa si es un diario, un poemario, relatos, cuentos, novelas o incluso ensayos sobre diferentes temáticas.
4- Conocerse mejor a uno mismo
Escribir como terapia de autoconocimiento es otra forma de aprovechar la escritura como algo benéfico y saludable, que mejora sustancialmente nuestro nivel de vida. Mucha gente se pregunta a diario… ¿quién soy, qué soy, por qué estoy aquí, por qué hago lo que hago, por qué me comporto así, por qué hablo así, por qué me gusta esto o lo otro, etc.?
Bien, el solo hecho de escribir ayuda de forma increíble —pero cierta y efectiva— a conocerse a uno mismo, porque bien seamos un personaje o nosotros mismos, tendremos que preguntarnos algunas de las cuestiones anteriormente citadas, para expresarlo por escrito y llegar a un mejor entendimiento de lo que somos, de nuestra esencia personal.
5- Escribir como terapia rememorativa
Es sabido que en ocasiones no queremos enfrentarnos a determinados recuerdos, o bien porque son dolorosos y tristes, o bien porque están difusos en el tiempo, como hibernados. Sin embargo, al escribir podemos hacer una operación inversa: traerlos de nuevo a la memoria y reescribir nuestra propia vida. Todo escritor en el fondo no hace más que rememorar lo vivido, y eso por sí mismo es como una segunda oportunidad para vivir… y la imaginación hace el resto.
6- Comprender y dominar la frustración
El ser humano es una permanente fuente de deseos, la mayoría de ellos irrealizables… y potencialmente desencadenantes de frustraciones desagradables. ¿Qué mejor forma de liberarse de esas frustraciones que expresarlas por escrito? Escribir como terapia liberadora: esa es justamente la función de la mente cuando expresamos nuestros íntimos deseos que no podemos llevar a la práctica por medio de la escritura.
7- Compartir las emociones y sentimientos personales
Escribir como terapia asociativa: ese es el concepto en este caso. Naturalmente, podemos hacerlo para nosotros mismos, por puro placer o entretenimiento, o porque necesitamos expresar lo que sentimos… o por otros motivos. Pero hay personas, sobre todo en un entorno poco comunicativo, que realmente experimentan el mejor influjo cuando pueden compartir todo lo que expresan con otras personas que pueden estar o no en sus mismas condiciones.
Para ello están las redes sociales, cierto es… pero también —y de un modo más estructurado— los cursos de escritura de diversas temáticas y ámbitos. Nuestro próximo curso de escritura creativo-terapéutica obedecerá a ese fin último, el de la expresión y la comunicación en un entorno amigable y productivo a la vez.
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En definitiva, el escribir como terapia regenerativa de la propia personalidad es imprescindible para el proceso de maduración personal y para llevar la misma a un nivel superior. Se trata en esencia de reinventarnos como personas, como individuos autónomos y conscientes, dueños de nuestra propia vida… y para todo eso lo mejor es expresarlo. Si lo hacemos por escrito, a su vez tendremos las ventajas enumeradas más arriba.
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Muy interesante, me siento totalmente identificada
Gracias por tu comentario, eres muy amable.
No, José, no suena absurdo. Es un hecho contrastado: escribir es una gran terapia para el alma y para la mente.
Aunque soy reacia a compartir mi vida privada en la Red, el artículo merece que ilustre mi comentario con un ejemplo personal: el 24 de marzo de 2014 murió mi madre, después de dos larguísimos años y medio de duro declive, tres meses de horror y una semana de agonía en la UVI, descansó. Y… ¿sabes lo que estaba haciendo aquel 24 de marzo, a las 11 menos 5 de la noche, cuando una de mis hermanas me llamó para darme la noticia? Efectivamente: escribir.
Después de el periodo de tanatorio y entierro…, no me senté en el sofá a llorar (llorar, lloré, es natural), pero abrí el ordenador y escribí. Escribí nuevas historias de Carter & West, estudié con más ahínco los secretos de la escritura, me sumergí en mundos de ficción y, pasados los meses, decidí que escribir era todo lo que quería hacer. Ya no era una afición, era un modo de vida al que aspiro y por el que lucho.
De modo que no, no suena absurdo. La muerte de una madre cambia tu vida por completo, pero doy fe de que la escritura me acompañó en ese proceso, me consoló, me distrajo y, para mi sorpresa, me ha amarrado a un mundo diferente y me ha conducido por un nuevo camino de destino insospechado.
Estupendo artículo 🙂
Un saludo, querido José.
Gracias, Ana. Efectivamente, eres un ejemplo vivo de lo comentado en el artículo. Y seguro que muchos comentarios de por qué escriben las personas (no necesariamente escritores profesionales) ilustrarían cada uno de los puntos descritos.
Un abrazo